Madrid tiene una gran variedad y amplitud de oferta de museos y pinacotecas (me encanta esta palabra) y uno de los más emblemáticos y céntricos, junto con el Museo del Prado y el Centro de Arte Reina Sofía, es el Museo Thyssen-Bornemisza, que se encuentra en el Palacio de Villahermosa. El origen de este edificio se remonta a los modelos de casa-jardín del siglo XVII, cuando la zona del Paseo del Prado se  convirtió  en la zona cortesana del reino, y en la entrada tiene pequeño jardín, que hace muy agradable y relajante la visita.

(Esta cubierta vegetal de la cafetería se ha sustituido láminas de aluminio y por tarima de suelo sintético, me imagino que por las posibles  filtraciones)

Según podemos leer en la  página del museo, «el Palacio de Villahermosa es uno de los edificios más importantes de la arquitectura palaciega madrileña. Construido a principios del siglo XIX, sus orígenes se remontan a principios del siglo XVII, cuando se hacen las primeras construcciones en la confluencia del Prado Viejo y la Carrera de San Jerónimo, zona que a lo largo del siglo XVIII se constituirá como la nueva área cortesana de Madrid, frente al  Palacio del Buen Retiro. Muy pronto, buscando la cercanía con los Reyes, la alta aristocracia ligada a la Corona edificará sus villas de recreo en esta zona, un área abierta y despejada que les permitía unas casas-jardín con grandes extensiones de terrenos y parques. Así, vecinos al Palacio de Villahermosa estarán, a un lado, el  Palacio del duque de Lerma, luego de Medinaceli (lo que hoy es el Palace) y, al otro, el  Palacio de los duques de Béjar  (hoy Banco de España), ya en la unión con la Calle de Alcalá.»  


 
Podéis leer más  aquí  sobre la historia del edificio, de la remodelación de la que se encargó  Rafael Moneo  y de la ampliación.
 
Estas fotos las tomé hace unos días cuando todavía estaba la exposición de Gauguin. Lamentablemente ya terminó, pero la colección  permanente  es excelente y siempre hay  exposiciones  temporales  muy interesantes.
Y además cuando el tiempo lo permite, se abre la terraza y es muy agradable ir a desayunar al museo 😉

Aquí un resumen de mi visita.

Así que una visita a este museo y su pequeño jardín puede ser un buen plan para este fin de semana tan frío en Madrid. Además, en la entrada, hay una buena  alineación  de camelias enormes que florecerán en breve y que seguro se ponen preciosas.

¡Saludos!

Isabel

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