Por mucho que las vea no me aburren y año tras año estoy esperando que salgan para disfrutar de su aroma tan característico… y es que los lilos son una planta muy común en los jardines más antiguos, porque es rústica a más no poder y no requiere ningún cuidado, y están por todas partes… ¿quién no ha cogido nunca las lilas del jardín del vecino o dando un paseo?
De la familia de las Oleáceas, son arbustos o árboles caducifolios que se utilizan en jardinería por sus aromáticas y compactas panículas de pequeñas flores. Como decía, son muy resistentes, necesitan posición soleada y suelos profundos, fértiles, bien drenados y preferiblemente alcalinos. Los ejemplares injertados suelen producir numerosos retoños basales.
La mayoría de las lilas cultivadas en jardines son arbustos vigorosos, derivadas de la Syringa vulgaris. Es posible que finalmente se vuelvan parecidas a un árbol, y por lo tanto, es mejor plantarlas en la parte posterior de una bordura de arbustos o agruparlas en un jardín silvestre; también sirven como seto informal.
Además de las lilas y malvas clásicos, las hay de color blanco, rosa, crema y púrpura rojizo.
Es recomendable eliminar los racimos marchitos, con cuidado de no dañar los brotes nuevos que se forman debajo de las flores. Pero requieren una poda mínima… aunque se pueden renovar o dar forma a los ejemplares muy maduros mediante una poda intensa y debe hacerse en invierno, aunque con ello puede perderse la siguiente floración. Se propagan mediante esquejes de madera tierna obtenidos en verano.

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