Fui una mañana a ver la exposición de Burle Marx en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, y esto fue lo que me encontré.

Consiste en una muestra de los libros, planos y documentos que conserva la Escuela, cuidadosamente explicados y expuestos. A continuación reproduzco literalmente lo que había en los paneles.

«Con motivo del centenario de su nacimiento en el 2009, la biblioteca ha organizado una pequeña exposición bibliográfica con el apoyo de Alberto Sanz Hernando, profesor del departamento de Composición y de Margarita Suárez Menéndez, investigadora.

El brasileño Roberto Burle Marx 1909-1994 está considerado como uno de los máximos exponentes de la arquitectura del paisaje del siglo XX, el verdadero creador del jardín moderno.

Sobresaliente artista plástico, Burle Marx cultivó, además de la composición de jardines, la música, la pintura, el grabado, el dibujo y el mosaico, entre otras actividades. Su formación, que comenzó en el ámbito familiar y, posteriormente, en un viaje a Europa, cristalizó en la Escuela de Bellas Artes de Río de Janeiro, donde conoció a los arquitectos Lucio Costa y Óscar Niemeyer, con los que colaboraría posteriormente en diversos proyectos. Su conocimiento de la pintura y escultura de la vanguardia europea del momento, como la obra de Arp, Miró o Calder, y la aplicación de sus principios plásticos a los jardines le convirtieron en la conexión entre las nuevas corrientes artísticas y la arquitectura moderna brasileña.

Además de romper con la tradición romántica europea del siglo XIX en el diseño de jardines en Brasil, Burle Marx fue capaz de crear y consolidar un lenguaje visual basado en impactantes formas de gran expresividad y en el radiante uso de las plantas nativas; su ingente obra proporcionó identidad al paisajismo brasileño a nivel internacional. Pero este exotismo y brillante uso del color, que ha popularizado sus jardines, ha encubierto la avanzada organización en planta de sus realizaciones, basada en una herramienta intelectual de primer orden: la abstracción de las formas orgánicas a partir de un profundo conocimiento y respeto del paisaje natural, ordenaciones que se componen cromáticamente mediante la estudiada utilización de la vegetación autóctona brasileña y según los principios espaciales del Movimiento Moderno, sin dejar nunca de lado la organización funcional de sus jardines, que integraba con su extraordinaria capacidad plástica.

Si en un primer momento la artificialidad planteada se presentaba como una mera consecuencia formal de los experimentos de la vanguardia, como los de Jean Arp simulando un relieve de planos superpuestos con figuras bimórficas aplicados en el jardín del Ministerio de Educación de Río, de 1936, posteriormente cobraron volumen y se expandieron a los elementos verticales, como en Pampulha, Belo Horizonte, de 1940, y al desarrollo de un profundo análisis del medio físico donde se asienta el jardín, adecuando el diseño de las formas orgánicas a la topografía natural del terreno, utilizando la vegetación y minerales brasileños y dialogando con el paisaje donde se asienta la obra, experiencia esencial en el jardín para Odette en 1948 y en el de la casa de Olivo Gomes, de 1950, en las cuales se ejemplifica su sistema compositivo.

Además de múltiples obras privadas, Burle Marx trabajó intensamente en el diseño de los espacios de la ciudad, que concebía con un sentido colectivo, de aglutinador de las actividades urbanas, pero no sólo sumando funciones, sino organizando sistemas de parques al modo de Olmsted que permitían estructurar el trazado de la ciudad y generar su crecimiento articulado gracias a estos espacios verdes. Los ejemplos principales son la cadena de jardines que creó para Río de Janeiro y el parque del Este, en Caracas. En su composición utilizó referencias directas de Jean Arp, tanto en el dibujo de los pavimentos como en la vegetación y las láminas acuáticas, que utilizaba con un lenguaje plástico de gran riqueza formal, que era susceptible de ser visto desde los edificios adyacentes, perspectiva forzada que convertía la plaza en una obra de la vanguardia del momento.

Roberto Burle Marx, cuya obra tuvo gran difusión, no era muy conocido en España. Prácticamente no existieron referencias de su obra hasta la exposición itinerante de 1983 y 1984 que se celebró en Palma de Mallorca -que contó con su presencia-, Barcelona y Madrid, ésta en el Real Jardín Botánico. En 1961 se habían podido ver telones pintados por él en el Teatro de la Zarzuela en Madrid – después en Barcelona- traídos por el Ballet de Río de Janeiro. Hasta la década de los noventa no se pudieron leer los primero artículos y monografías dedicadas al paisajista brasileño, así como un par de tesis doctorales. El principal difusor de su obra fue su discípulo y amigo Leandro Silva, que trabajó en España desde la década de los sesenta hasta su fallecimiento en el año 2000.

Heredero de las experiencias espaciales de la arquitectura racionalista, Burle Marx trabajó con los grandes artífices de la modernidad arquitectónica brasileña. El característico Espacio Fluído del movimiento Moderno desarrollado por Mies Van der Rohe y Le Corbusier, planteaba en la arquitectura de jardines una estricta relación espacial entre los espacios interiores y exteriores, a veces excesivamente simplificada, que fue superada por Burle Marx al introducir formas más libres de fuerte jerarquización y conexión con su entorno. Generaba la movida topografía, junto a la vegetación, espacios de escala humana de carácter abierto que se interrelacionaban mediante la continuidad del terreno. Esta fluencia espacial se apoyará, como en el jardín paisajista, mediante el arqueado dibujo de los caminos, acompañado de las insistentes formas orgánicas de fuerte carácter artificial de las masas de vegetación y elementos acuáticos.

Burle Marx generalizó en los jardines brasileños el uso de la rica vegetación nativa que, paradójicamente, conoció en Berlín, pues la rica flora de Brasil era prácticamente desconocida en su país de origen al emplearse principalmente especies ornamentales extranjeras. Utilizaba los elementos vegetales como la materia pictórica de sus jardines, que son “obras pintadas” con la vegetación. Aprovechó la expresividad del color, forma y textura de las especies autóctonas que él recolectaba y probaba en su finca, San Antonio de Bica, convertida en un auténtico laboratorio de experimentación formal, cuyos resultados aplicaba el paisajista en sus obras posteriores.

Empleará Burle Marx en el trazado de sus jardines diversos recursos gráficos de las actividades artísticas que manejaba, especialmente los elementos biomórficos de la vanguardia plástica desarrollada entre guerras: analizó a Miró, Calder, Leger, etc. Y, sobre todo, a Jean Arp, cuyas figuras orgánicas simulaban un relieve de planos superpuestos, que Burle Marx aprovechó para sus “jardines pintados”. Su extrema artificialidad y abstracción se combinaron con el profundo análisis del lugar, de tal forma que, gracias a su cuidada adaptación a la topografía y a la elaboración formal de los elementos del entorno, se producía una excelente integración entre las impactantes formas utilizadas por Burle Marx y el paisaje natural.

Aprovechó también Burle Marx la geometría ortogonal de raíz miesiana, lenguaje que integró con el orgánico gracias a su hablilidad plástica. Pero también jugó con el contraste, casi oposición, de las tramas biomórficas con las regulares, de tal manera que aquéllas se recortaban por éstas, que les servían de límite, como hizo tempranamente en el ministerio de Educación de Río, donde las líneas curvas se estrellaban literalmente en el perímetro rectangular de la planta del edificio.

La interrelación entre forma y fondo se desarrolló espléndidamente en la obra de Burle Marx, tanto en el profundo contraste de sus jardines, recortados como en la disposición de sus parques, que, aunque integrados con el paisaje exterior, contenían varios nodos plásticos de gran densidad formal comunicados por ondulantes caminos que se separaban -e integraban- con amplias praderas y bosquecillos: introducía el jardín, con su escala más humana y su mayor formalización, dentro del parque trabajado a gran escala y que servía, junto al paisaje, de fondo de la elaboración formal del jardín.»
Y para rematar unas entrevistas en la televisión brasileña del año 2009

Bibliografía de Burle Marx:

The versatility of Burle Marx.
Guy Playfair
Architectural Review, Nov., 1964, vol. 136
El movimiento moderno con jardín.
Iñaki Abalos
Arquitectura, 2005, n º 340
Roberto Burle Marx: art and the landscape.
Frank G. López
Architectural Record, Oct., 1954, vol.116
Fow Gardens by R. B. M.
Architectural Forum. Nov., 1947, vol. 87
Paraísos en la metrópoli:Roberto Burle Marx, 1909-1994.
Roberto Segre
Arquitectura Viva, July-Aug., 1994
I Giardini per la Esposizione di S. Paolo.
Domus, Jan., 1954, vol. 290
Burle Marx et le jardin contemporain.
Sigfried Giedion
The Gardens of Roberto Burle Marx.
Sima Eriovson
Thames and Hudson, 1991
Roberto Burle Marx: Landscapes reflected.
Rossana Vaccarino
Princeton Architectural Press, 2000
Beatriz Vera Siqueira
Cosac y Naity, 2001
New Brazilian Gardens; the legacy of Burle Marx.
Roberto Silva
Thamen & Hudson, 2006
Introduzioni di Roberto Burle- Marx e Nestor Goulart Reis Filho.
Rino Levi
Edizioni di Comunitá, 1974
The tropical gardens of Burle Marx.
P. M. Bardi
Reinhold, 1964
Marta Iris Montero
Gustavo Gili, 2001
Comisarios de la muestra:
Alberto Sanz Hernando
Margarita Suárez Menéndez

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